viernes, 1 de abril de 2011

Maquina 501




Jesús García fue maquinista de locomotoras, nació en Hermosillo Sonora México el 13 de Noviembre de 1881 y falleció a los 26 años de edad el día 07 de Noviembre de 1907.
Se le reconoce como el Héroe de Nacozari al impedir que la maquina explotara dentro del Pueblo.


Maquina 501
la que corría por Sonora
por eso los garroteros
el que no suspira llora.

Era un domingo señores
como a las tres de la tarde
estaba Jesús García
acariciando a su madre.

Dentro de pocos momentos
madre tengo que partir
del tren se escucha el silbato
se acerca mi porvenir.

Cuando llego a la estación
un tren ya estaba silbando
y un carro de dinamita
ya se le estaba quemando.

El fogonero le dice
Jesús vamos apeando
mira que el carro de atrás
ya se nos viene quemando.

Jesús García le contesta
yo pienso muy diferente
yo no quiero ser la causa
de que muera tanta gente.

Le dio vuelta a su vapor
porque era de cuesta arriba
antes de llegar el seis
ahí termino su vida.

Desde ese día inolvidable
tú te has ganado la cruz
tú te has ganado las palmas
eres un héroe Jesús.

Heraclio Bernal


Año de mil ochocientos,
noventa y dos al cantar,
compuse yo esta tragedia
que aquí les voy a cantar.

Estado de Sinaloa
gobierno de Mazatlán
donde daban diez mil pesos
por la vida de Bernal.

Dijo doña Bernadina:
–Ven, siéntate a descansar,
mientras traigo diez mil pesos
pa’ poderte reemplazar.

Oigan amigos qué fue
lo que sucedió:
Heraclio no tenía armas,
por eso no les peleó.

Desgraciado fue Crispín
cuando lo vino a entregar,
pidiendo los diez mil pesos
por la vida de Bernal.

Agarró los diez mil pesos,
los amarró en su mascada,
y le dijo al comandante:
–Prevéngase su Acordada.

–Prevéngase su Acordada
y escuadrón militar,
y vámonos a Durango
a traer a Heraclio Bernal.

Les dijo Heraclio Bernal:
–Yo no ando de roba bueyes,
yo tengo plata acuñada
en ese Real de los Reyes.

Adiós muchachas bonitas
transiten por donde quieran,
ya murió Heraclio Bernal,
el mero león de la sierra.

Adiós indios de las huertas
ya se dormirán agusto,
ya no hay Heraclio Bernal,
ya no morirán de susto.

Ya con ésta me despido,
no me queda qué cantar,
éstas son las mañanitas
de Don Heraclio Bernal.

Antonio Aguilar - Corrido de Heraclio Bernal


Aquí esta Heraclio Bernal,
el amigo de los pobres.

Aquí esta Heraclio Bernal,
 el azote del Gobierno
Viene dispuesto a mandar
 malditos a los infiernos.

El día en que yo nací,
 rugieron cielos y mares
vente conmigo mi vida
 para calmar mis pesares.

Decía Heraclio Bernal,
 cuando iba a entrar en combate
Orale mulas maizeras
 aquí esta su mero padre.

El día en que me afusilen,
 les va a costar un tesoro
Cien rifles de pura plata
 cargados con balas de oro

Sobre mi tumba no pongan,
 ni cruz ni piedras ,ni nada
que al final se muere una vez
 y el que se muere se acaba.

Aves de todos los rumbos ,
vengan conmigo a cantar
versos de un hombre valiente
 y que fue Heraclio Bernal.

Antoni Aguliar - Corrido de mi General Zapata


Al pie de tu sepulcro,
mi General Zapata,
en nombre de la Patria
yo te ofrendo una flor.

Valiente guerrillero,
bendito hijo del pueblo,
tu México te admira
y alaba tu valor.

También brindo mi canto,
para tus generales,
aquellos hombres leales
valientes como tú.

A ellos una rosa,
a ti verdes laureles,
para ceñir tus sienes
mi gran jefe del sur del sur

Ay, ay, ay, descansa en paz,
bajo el cielo que amaste,
donde vive tu frase
de Tierra y Libertad.

Allá por Chinameca,
donde te traicionaron,
tu sangre está brillando
como un rayo de sol.

Y tu nombre en la historia,
cubierto está de gloria,
con lágrimas de un pueblo
que te tributa honor.

Adiós celosa madre,
adiós Cuautla, Morelos,
la que guarda en su seno,
al hijo que la amó.

Adiós Don Emiliano,
mi General Zapata,
en nombre de la Patria
recibe blanca flor.

Ay, ay, ay, descansa en paz,
bajo el cielo que amaste,
donde vive tu frase
de Tierra y Libertad.

Antonio Aguilar - Corrido de Benjamín Argumedo (1916)


Para empezar a cantar,
para empezar a cantar,
pido permiso primero.

Señores son las mañanas,
señores son las mañanas,
de Benjamín Argumedo.

Lo agarran en San Francisco,
Lo agarran en San Francisco,
de los Adame mentados.

Llegaron a Zacatecas,
Llegaron a Zacatecas,
Con Argumedo amarrado.

Lo bajaron por la sierra,
lo bajaron por la sierra,
todo liado como un cuete.

Lo pasan por San Miguel,
lo pasan por San Miguel,
lo llevan a Sombrerete.

Oiga usted mí general,
oiga usted mí general,
yo también fui hombre valiente.

Quiero que usted me fusile,
quiero que usted me fusile,
en público de la gente.

Tanto pelear y pelear,
Tanto pelear y pelear,
con las armas en la mano.

Vine a morir fusilado,
vine a morir fusilado,
en el panteón de Durango.

Ya  me despido,
ya  me despido,
porque cantar ya no puedo.

Estas fueron las mañanas,
Estas fueron las mañanas,
del General Argumedo.

La Adelita (1912)


En lo alto de una abrupta serranía
acampado se encontraba un regimiento
y una moza que valiente lo seguía
locamente enamorada del sargento.

Popular entre la tropa era Adelita
la mujer que el sargento idolatraba
porque además de ser valiente era bonita
y hasta el mismo coronel la respetaba.

Y se oía que decía
aquel que tanto la quería.

Si Adelita se fuera con otro
la seguiría por tierra y por mar
si por mar en un buque de guerra
si por tierra en un tren militar.

Una noche en que la escolta regresaba
conduciendo entre sus filas al sargento
y la voz de una mujer que sollozaba
su plegaria se escucho en el campamento.

Al oírla el sargento temeroso
de perder para siempre a su adorada
ocultando su dolor bajo el reboso
a su amada le cantó de esta manera.

Y se oía que decía
aquel que tanto la quería.

Si Adelita quisiera ser mi novia
 si Adelita ya fuera mi mujer
le compraría un vestido de seda
para llevarla a bailar al cuartel.

Y después que terminó la cruel batalla
y la tropa regresó a su campamento
por las bajas que causara la metralla
muy diezmado regresaba el regimiento.

Recordando aquel sargento sus quereres
los soldados que volvían de la guerra
ofreciéndole su amor a las mujeres
entonaban este himno de la guerra.

Y si acaso yo muero en la guerra
y mi cadáver lo van a sepultar
Adelita, por Dios te lo ruego
que con tus ojos me vayas a llorar.

La toma de Zacatecas (1914)



Voy a cantar estos versos,
de tinta tienen sus letras,
voy a cantarles a ustedes
la toma de Zacatecas.

Mil novecientos catorce,
mes de junio veintitrés,
fue tomado Zacatecas
entre las cinco y las seis.

Gritaba Francisco Villa
en la estación de Calera:
vamos a darle la mano
a don Pánfilo Natera.

Ya tenían algunos días
que se estaban agarrando,
cuando llega el general
a ver qué estaba pasando.

Cuando llega Pancho Villa
sus medidas fue tomando:
a cada quien en su puesto
los iba posesionando

Les decía Francisco Villa
al frente del Batallón;
para empezar el combate
el disparo de un cañón.

Al disparo de un cañón,
como lo tenían de acuerdo,
empezó duro el combate
por el lado derecho e izquierdo.

Les tocó atacar La Bufa
a Villa, Urbina y Natera,
porque allí tenía que verse
lo bueno de su bandera.

Decía el coronel García,
con su teniente Carrillo:
le pido permiso a Villa
para atacar por El Grillo.

Fue tomado Zacatecas
por Villa, Urbina y Natera,
Ceniceros y Contreras,
Madero Raúl y Herrera.

¡Ahora sí, borracho Huerta,
harás las patas más chuecas,
al saber que Pancho Villa
ha tomado Zacatecas¡

Gritaba Francisco Villa:
¿En dónde te hallas Barrón?
Se me hace que a mí me vienes
guango como el pantalón.

Les decía Francisco Villa
con una voz muy ufana:
ya están tumbando la finca
que le nombraban La Aduana.

Esa finca de La Aduana
era una finca bonita,
la tumbaron los huertistas
con pólvora y dinamita.

Debajo de aquella finca,
allá había muchos pelones,
muchas armas, mucho parque y
más de veintidós cañones.

¡Ay hermoso Zacatecas!
mira como te han dejado,
la causa fue el viejo Huerta
y tanto rico allegado.

Estaban todas las calles
de muertos entapizadas
y las cuadras por el fuego
todititas destrozadas.

Adiós, cerro de La Bufa,
con tus lúcidos crestones,
cómo te fueron tomando
teniendo tantos pelones.

Andaban los federales,
que no hallaban ni qué hacer,
buscando enaguas prestadas
pa’ vestirse de mujer.

Subieron a las iglesias
a repicar las campanas
y las bandas por las calles
sonorizaban con dianas.

Cuatro ramitos de flores
puestos en cuatro macetas,
por la División del Norte
fue tomada Zacatecas.



Antonio Aguilar - El Siete leguas

1

Siete Leguas el caballo
que Villa más estimaba
cuando oía silbar los trenes
se paraba y relinchaba.
Siete Leguas el caballo
que Villa más estimaba.

En la estación de Irapuato
cantaban los horizontes
allí combatió formal
la Brigada Bracamonte.
En la estación de Irapuato
cantaban los horizontes.

Oye tú Francisco Villa
que dice tu corazón.
Ya no te acuerdas, valiente
que atacaste a Paredón.
Ya no te acuerdas valiente
que tomaste a Torreón

Como a las tres de la tarde
silbó la locomotora.
¡Arriba Villa, muchachos
pongan la ametralladora!
Como a las tres de la tarde
silbó la locomotora.

Adiós torres de Chihuahua,
adiós torres de Cantera.
Ya vino Francisco Villa
a quitarles lo pantera
ya llegó Francisco Villa
a devolver las frontera.

jueves, 31 de marzo de 2011

Música de la Intervención Francesa

Estas son unas de las canciones que siguen sonando hasta nuestros días, canciones que han sobrevivido desde el años de 1838 y que se tocaban durante la Primera Intervención Francesa.
Al igual que como pasa con las canciones independentistas, debido a que no se pudieron guardar todas, se fueron perdiendo y como consecuencia ahora son limitadas las que podemos escuchar .
A continuación presentamos algunas de las canciones que se tocaban en esa época.

Adiós Mamá Carlota


Alegre el marinero
Con voz pausada canta
Y el ancla ya levanta
Con extraño rumor

La nave va en los mares
Botanto cual pelota.
Adiós, mamá Carlota,
Adiós, mi tierno amor

De la remota playa
Te mira con tristeza
La estúpida nobleza
Del mocho y del traídor.

En lo hondo de su pecho
Ya siente su derrota;
Adiós, mamá Carlota
Adiós, mi tierno amor.

Acábanse en Palacio
Tertulias, juegos, bailes,
Agítanse los frailes
En fuerza del dolor.

 La chusma de las cruces
Gritando se alborota;
Adiós, mamá Carlota,
Adiós, mi tierno amor.

 Murmuran sordamente
Los tristes chambelanes,
Lloran los capellanes,
Y las damas de honor

El triste Chucho Hermosa
Canta con lira rota,
Adiós, mamá Carlota,
Adiós, mi tierno amor.

Y en tanto los chinacos
Ya cantan la victoria,
Guardando tu memoria,
Sin miedo ni rencor

Dicen mientras el viento
Tu embarcación azota:
Adiós, mamá Carlota,
Adiós, mi tierno amor.

Adiós, mamá Carlota,
Adiós, mi tierno amor.

Canto de chicana


Yo soy libre como el viento,
pero tengo dignidad,
adoro la libertad
con todo mi corazón.

Y de orgullo el alma llena,
declaro de buena gana
que soy pura mexicana,
nada tengo de español.

- Mocho por mi beep.
- ¿Yo? ¿Cuando me hacen la guerra?
¿quién lo llamó a nuestra tierra?
¿quién le ruega estar aquí?

¿Yo quererte? con mirarte
sabe Dios que me condenas,
ve a que te saquen de penas
Pamuceno y Saliñí.

Te quiere mi beep,
e trovaremos un hico.
Quién le dio tan grande pico.
¡si soy chinaquita yo!

Y antes de que a un extranjero
darle mi mano resuelva,
le diré: ve a que te envuelva
la madre que te parió.

¡Que lindo es pasar la vida
junto a una blusa encarnada!
viendo una frente tostada,
y hermosa con se altivez.

¡Marequita! - El extranjero
es un plato desabrido
ven chinacate querido,
a espantar a ese francés.

Te quiere mi beep,
e trovaremos un hico.
Quién le dio tan grande pico.
¡si soy chinaquita yo!

Y antes de que a un extranjero
darle mi mano resuelva,
le diré: ve a que te envuelva
la madre que te parió.

¡Que lindo es pasar la vida
junto a una blusa encarnada!
viendo una frente tostada,
y hermosa con se altivez.

¡Marequita! - El extranjero
es un plato desabrido
ven chinacate querido,
a espantar a ese francés.

Sitio de Querétaro


En el patíbulo del Cerro de las Campanas
adonde estaban mis compañeros
peleando como fieles guerreros,
eran Méndez, Mejía y Miramón.

Ya la muerte va llegando,
compañeros ¡Que dolor!
que por ser emperador
la existencia va a perder
y sus títulos de honor,
toditito va a acabar.
¡Adiós, gobierno imperial!

¡Adiós querida Carlota!
cuando vienes a pelear
de tu lucido Márquez.
¡Ah, qué sitio tan fatal!

Desde el cerro de la Cruz
empezaron a tirar
los de las piezas rayadas
les gritaban con afán;
los de adentro les decían:
-Echen las piezas de pan-
los de afuera les decían:
-Apérenlas que allá van.

Ya la muerte va llegando,
compañeros ¡Que dolor!
que por ser emperador
la existencia va a perder
y sus títulos de honor,
toditito va a acabar.
¡Adiós, gobierno imperial!

¡Adiós querida Carlota!
cuando vienes a pelear
de tu lucido Márquez.
¡Ah, qué sitio tan fatal!

Desde el cerro de la Cruz
empezaron a tirar
los de las piezas rayadas
les gritaban con afán;
los de adentro les decían:
-Echen las piezas de pan-
los de afuera les decían:
-Apérenlas que allá van.

El telele


Ya Pamuceno murió,
¡Ay no, no, no, no, no!
Ya lo llevan a enterrar
 Entre cuatro reaccionarios,
Saligny de sacristán.

Cuando Almonte vino aquí
¡Ay si, si, si, si, si!
Pensó que se iba a comer
 A la republica entera,
¡Caramba! Como si fuese un pastel
Más derrotado el gabacho
 ¡Ay si, si, si, si, si!
Al tomar a Guadalupe
 Al indito se le tupe
¡Ay si, si, si, si, si!
 Y se le vuelve lelo y gacho

Ya Pamuceno murió,
 ¡Ay no, no, no, no, no!
Ya lo llevan a enterrar
 Con la cruz alta Miranda,
Tamariz con el cinal.

Cuando Almonte vino aquí,
¡Ay si, si, si, si, si!
Por el petit Napoleón
 Soñaba ser presidente
¡Caramba!  Y mandar a la nación
Aceptó México el reto,
¡Ay si, si, si, si, si!
Y el hábil de Pamuceno
 Se ha dado un frentazo bueno
¡Ay si, si, si, si, si! 
En el cerro de Loreto.

Ya Pamuceno murió,
 ¡Ay no, no, no, no, no!
Ya lo llevan a enterrar.
 Cobos le canta el responso,
Zuloaga se echa a llorar.

Cuando Almonte vino aquí,
 ¡Ay si, si, si, si, si!
A ponerse el majestad
 Y a darnos en su gobierno
¡Caramba!  Palos, y fiestas y pan,
Llego con sus once ovejas
¡Ay si, si, si, si, si!
Atontando viejos chochos,
Dando esperanzas a mochos 
¡Ay si, si, si, si, si!
Y consuelo a las viejas

Ya Pamuceno murió,
¡Ay no, no, no, no, no!
Ya lo llevan a enterrar.
Los mochos se ponen luto,
Las mochas van a rezar.

Cuando Almonte se murió 
 del telele que le dio
dejó escrito en un papel 
que le hicieran los honores
¡Caramba!  Y un entierro de virrey.
Ya le alzan un mausoleo
¡Ay si, si, si, si, si!
Y un epitafio que dice:
 “Aquí yace un infelice
¡Ay si, si, si, si, si!
 Se le indigestó el empleo”

Que ya Almonte se murió 
¡Ay no, no, no, no, no!
Ya lo llevan a enterrar,
 Si no con manto de rey
Con banda de general.

Los enanos


Estos franchutes ya se enojaron
porque a su nana la pellizcaron.
Padece insomnios monsieur forey
porque su triunfo no tiene fe.
y mientras tanto ¿qué es lo que harán?
monsieur botella ¿toma cognac?.

Estos franceses ya se enojaron
porque sus glorias les eclipsaron.
Y Pamuseno ¿qué les dirá?
que ya no quiere ser majestad.
Y aunque les pese vuelve a cargar
con sus huaraches y su huacal.

Estos franchutes ya se enojaron
porque a su nana la pellizcaron.
Se hacen chiquitos,
se hacen grandotes
y nunca pasan de monigotes.
Se hacen chiquitos,
se hacen grandotes
y nunca pasan de monigotes.

Batalla del 5 de Mayo


Al estallido del cañón mortífero
corrían los zuavos en gran confusión
y les gritaban todos los chinacos:
¡vengan, traidores! ¡ tengan su intervención!

Con Tamariz y Márquez se entendieron,
les ayudo el traidor de Miramón,
y los chinacos, bravos, se batieron
inundando de gloria la Nación.

¡Alto el fuego! Ya corren los traidores,
ni vergüenza tuvieron, ni pudor,
¡Toquen diana! Clarines y tambores,
 un día de gloria, la patria que triunfo.

¡Alto el fuego! Ya corren los traidores,
que vinieron a darnos la lección,
¡Coronemos a México de flores!
¡muera Francia! y ¡muera Napoleón!

Con Tamariz y Márquez se entendieron,
les ayudo el traidor de Miramón,
y los chinacos, bravos, se batieron
inundando de gloria la Nación.

¡Alto el fuego! Ya corren los traidores,
ni vergüenza tuvieron, ni pudor,
¡Toquen diana! Clarines y tambores,
 un día de gloria, la patria que triunfo.

¡Alto el fuego! Ya corren los traidores,
que vinieron a darnos la lección,
¡Coronemos a México de flores!
¡muera Francia! y ¡muera Napoleón!