En el patíbulo del Cerro de las Campanas
adonde estaban mis compañeros
peleando como fieles guerreros,
eran Méndez, Mejía y Miramón.
Ya la muerte va llegando,
compañeros ¡Que dolor!
que por ser emperador
la existencia va a perder
y sus títulos de honor,
toditito va a acabar.
¡Adiós, gobierno imperial!
¡Adiós querida Carlota!
cuando vienes a pelear
de tu lucido Márquez.
¡Ah, qué sitio tan fatal!
Desde el cerro de la Cruz
empezaron a tirar
los de las piezas rayadas
les gritaban con afán;
los de adentro les decían:
-Echen las piezas de pan-
los de afuera les decían:
-Apérenlas que allá van.
Ya la muerte va llegando,
compañeros ¡Que dolor!
que por ser emperador
la existencia va a perder
y sus títulos de honor,
toditito va a acabar.
¡Adiós, gobierno imperial!
¡Adiós querida Carlota!
cuando vienes a pelear
de tu lucido Márquez.
¡Ah, qué sitio tan fatal!
Desde el cerro de la Cruz
empezaron a tirar
los de las piezas rayadas
les gritaban con afán;
los de adentro les decían:
-Echen las piezas de pan-
los de afuera les decían:
-Apérenlas que allá van.
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